El 9 de mayo de 2004, el régimen de Hugo Chávez me acusó de haber contratado en Colombia a un contingente de más de tres mil mercenarios colombianos, 150 de los cuales fueron capturados en mi hacienda, llamada “Finca Daktari”, a pocos kilómetros de la ciudad capital de Caracas. Según las denuncias del entonces-presidente de Venezuela, mi intención era asesinarlos y dar un golpe de estado.
Meses antes y de manera subliminal, había llamado a los venezolanos a “La Guarimba”, una estrategia que venía promoviendo desde el año 2002, la cual consistía en bloquear la mayor cantidad de intersecciones sin alejarnos más de 50 metros de nuestras viviendas (nuestras “guarimbas”), sin confrontar a las fuerzas de represión del régimen y dejar que “otros hicieran otras cosas”.
El llamado lo hice de manera subliminal a través del programa de televisión más visto entonces, “Grado 33”, en el que expliqué cómo los berlineses orientales lograron derribar el Muro de Berlín.
A raíz de la toma de Daktari por todas las fuerzas de represión del régimen de Chávez, la televisión japonesa se trasladó a Miami para hacerme una entrevista que sería parte de un documental a favor del régimen venezolano. El documental se tituló: “Una Revolución en Peligro”. El peligro de esa “revolución” era, según los japoneses: yo.
El entonces-coronel (hoy general) quien – por cierto – está detenido por intentar darle un golpe de estado a Maduro, fue el responsable de la “Masacre de Daktari”, cumpliendo órdenes del general Raúl Isaías Baduel, también detenido por conspirar contra Chávez y Maduro. Rodríguez Torres fue quien ofreció las primeras declaraciones para la prensa nacional sobre lo supuestamente-sucedido en la Finca Daktari.
“La Guarimba” comenzó el 27 de febrero de 2004 a las 6 de la tarde, tal y como había sido anunciada. Fue neutralizada por la falsa oposición el 7 de marzo de ese mismo año: a las 12:16 del mediodía. A partir de entonces tuve que irme a la clandestinidad. La odisea de mi fuga de Venezuela a través de la peligrosa selva colombiana, la cuento en uno de los capítulos de mi libro “Cómo se Perdió Venezuela”.
Había dos grupos militares que estaban organizando el derrocamiento de Chávez. Un grupo lo conformaban coroneles activos y el otro: generales retirados. No se ponían de acuerdo, por lo que me comisionaron para que ambos grupos se entendieran. Más adelante Chávez acusó al gobierno de Bush y al de Álvaro Uribe de armar el complot en su contra.
Cuando el régimen de Venezuela se enteró que yo estaba asilado en Estados Unidos, solicitó mi extradición.
Para defenestrar al régimen de Chávez, se acordó promover “La Guarimba” en un intento de levantar al pueblo civil y paralizar el país. Hubo una reunión con posibles financistas venezolanos. En esa reunión acudió una señora llamada Mercedes Hernández, con quien había tenido un tórrido romance hacía 30 años, hija de un acaudalado venezolano, fallecido para entonces.
Luego de la reunión se me acercó y se identificó. Ese fue el inicio de un nuevo romance.
Mi esposa me había advertido que si regresaba a la lucha me dejaría. Llegado Chávez al poder mi esposa entró en una profunda depresión. Ya no había relación marital y fue ahí donde comenzó la relación con la Sra. Hernández, con quien me casé en noviembre de 2003, luego de divorciarme de mi esposa original. Una vez en el exilio de Miami, comenzaron los problemas maritales entre la Sra. Hernández y yo. Ella alegaba que su relación conmigo podría perjudicar a su familia inmediata en Venezuela. De hecho su hermano fue capturado por las fuerzas de Chávez y torturado atrozmente. Temía que su hogar fuese convertido en polvo y escombros, como sucedió con el nuestro – La Finca Daktari – a partir del 9 de mayo de 2004.
Dos años después, en 2006, me divorcié de ella y me volvía casar con mi esposa original, quien ya se encontraba en Miami con nuestros dos hijos menores.
El Inicio
Nací en la ciudad de Cienfuegos, Cuba, el 23 de agosto de 1950. En los primeros días de enero de 1959, Fidel Castro en su recorrido hacia La Habana, pernoctó con su escolta de cientos de hombres, a lado de nuestra casa. Les dimos café y me dio la mano. Lo vi como un gigante: ¡el libertador de Cuba! Ese mismo día comenzó mi adoctrinamiento. Todavía no había cumplido los 9 años.
Un año antes, mis padres me habían enviado a la Loyola Military Academy, un colegio militar. Desde ahí escuché el estruendo producido por “La Noche de las 100 Bombas”, acto terrorista llevado a cabo por los miembros del Movimiento 26 de Julio, bajo el mando directo de los hermanos Castro. Estando celebrando las Navidades de 1958, los grupos que enfrentaban la dictadura de Fulgencio Batista tomaron el poder en la isla. Fidel Castro se demoró ocho días en llegar a La Habana, a enfrentar a los miembros del II Frente del Escambray, que habían tomado el principal cuartel militar de Cuba: Columbia.
Muy pronto comenzó el trayecto hacia el comunismo. Ya no me regresaron a la academia militar y me volvieron a inscribir en Los Maristas, un colegio privado católico que pronto fue intervenido por el nuevo gobierno revolucionario de Cuba.
Mi hermano Ricardo, dos años mayor que yo, fue reclutado por la resistencia anti-castrista. Una tarde le tocó transportar en su bicicleta unos volantes en contra del régimen. Lo acompañaba Reinaldito Cápiro, de su misma edad. Mi hermano logró llegar a nuestra casa. Dos cuadras más allá, Reinaldito fue capturado, juzgado y fusilado inmediatamente. Tenía 12 años.
En abril de 1961 se produce la Invasión de Bahía de Cochinos. Mi padre era el jefe en nuestra ciudad del MRR (Movimiento de Recuperación Revolucionaria) y abastecía de información, insumo y armamento a las montañas del Escambray, a pocos kilómetros de nuestra ciudad. La invasión fracasó. Cientos de miles de cubanos fueron detenidos. Los teatros, estadios y demás centros de reclusión se llenaron de cubanos que tenían o no que ver con la fallida invasión. Mi padre logró evadir el arresto, internándose en El Escambray. En agosto de ese mismo año logramos salir de Cuba en el viejo buque español “Marqués de Comillas”. Sería su última travesía. Al llegar a España se quemó. Se comentó que fue siniestrado por las huestes de Castro. Se trataba de un buque con capacidad para 1.300 pasajeros. En su último viaje sacó de Cuba a más de 3000 cubanos, entre ellos: ¡mi familia!
Íbamos a España, pero mis padres tomaron la decisión de quedarnos en Venezuela, donde el buque se abasteció de petróleo. La historia la publiqué en un ensayo que titulé “Cuando Salí de Cuba”.
El mes en que llegamos a Venezuela se rompió el record de niños secuestrados en Caracas para ser enviados a Colombia, donde los ponían a pedir limosna. El drama de esos primeros meses de exilio no lo he podido borrar de mi memoria ahora que estoy por cumplir 72 años.
Venezuela estaba convulsionada por las guerrillas que Castro había conformado en nuestro país adoptivo. Nuestro hermano fue enviado a la ciudad de San Petersburgo, en La Florida y a mí me enviaron al estado de Washington, donde en total pasé 7 años de mi vida. Mi hermano vivía con un tío paterno y yo con una familia de agricultores en un pequeño pueblo llamado Deer Park, a 50 millas de Spokane, la principal ciudad del estado en la región este.
Al regresar a Caracas, tomé la decisión de irme a estudiar dirección y producción de cine y televisión en la Alemania (entonces-occidental), terminando en la ciudad de Berlín Occidental, donde terminé mis estudios y trabajé como aprendiz en la famosa estación de televisión de esa ciudad.
My Sister
En una breve estadía en Venezuela, Marcia Piazza, quien fuera Miss Venezuela y para entonces tenía un romance conmigo, logramos convencer a mi hermana – María Conchita Alonso – para que compitiera por el título de Miss Princesita. Luego de mucha insistencia aceptó, logrando en Portugal en título de Miss Princesita Mundial. Más adelante representó a Venezuela en el concurso de Miss Mundo celebrado en Londres en 1975, lo que le logró contratos en la televisión venezolana. En 1984 se trasladó a Hollywood donde debutó en el film “Moscow on the Hudson” y de ahí se proyectó como estrella del cine estadounidense.
Reclutamiento
El 23 de agosto de 1972, a mis 22 años, fui reclutado por un movimiento internacional financiado y dirigido por la CIA. Mi primera misión fue ayudar a evacuar de Berlín Oriental a un grupo de berlineses que estaban comprometidos con “La Agencia”. Logramos evacuar a 16 jóvenes berlineses. En el proceso murieron tres jóvenes, entre ellos Helga, con quien tuve un fugaz romance.
La fuga consistió en cruzar el río que divide Berlín Orientar del Occidental. Para despistar a los guardias de las garitas de vigilancia, hicimos una reconstrucción de la masacre de varios berlineses que intentaron llegar al sector occidental. Para la filmación armamos un gran escándalo, con luces, micrófonos, técnicos, asistentes, etc. Esa filmación está publicada en YouTube.
Mi segunda misión fue eliminar al propio Fidel Castro, quien tenía programada una visita a Berlín Oriental y daría un discurso en la universidad. Castro desistió de su visita, sin embargo, fui descubierto en la parte occidental y detenido. Pocas semanas después me liberaron sin cargos. Ese y otros eventos más fueron publicados, años después, por el periódico “Granma” bajo el título “Hoja Criminal de Robert Alonso”.
Para concluir mis estudios, abandoné Alemania rumbo a la ciudad de Aberdeen, en Escocia, donde me establecí por el lapso de un año, al cabo del cual regresé a Venezuela.
Guerra por Los Caminos del Mundo
Para entonces la lucha clandestina en contra del régimen de los hermanos Castro se había extendido por el mundo. Influenciado por “La Agencia”, me ofrecí para pertenecer a un grupo que luego se llamó CORU, donde se agruparon todas las organizaciones anti-castristas de diversos países del continente americano, llevando a cabo lo que se conoció como “La Guerra por Los Caminos del Mundo”. Operamos en Vietnam, Afganistán y varios países africanos y de la América hispana.
Infiltración Comunista
En 1978, finalizando el primer período presidencial de Carlos Andrés Pérez, Venezuela y Cuba (a instancias del propio Fidel Castro) firmaron el “Convenio de Reunificación Familiar de la Comunidad Cubana en Venezuela”. En ese convenio se contemplaba recibir en Venezuela cualquier cubano de Cuba que tuviera un familiar en Venezuela. Eso sirvió para que Castro inundara a ese país con espías cubanos y miembros del G2.
Al nuevo presidente de entonces, Luis Herrera Campins, le tocó honrar el convenio y para supervisarlo, me nombró “comisionado presidencial”. Muy pronto nos dimos cuenta de cómo Castro estaba invadiendo Venezuela con agentes de inteligencia del Departamento América.
Logramos detectar al jefe de esa fuerza invasora y lo neutralizamos, poniendo fin al “convenio”. Sin embargo, el daño fue superlativo. Aprovechando el convenio, Cuba invitó a la isla para ser adoctrinados, a cientos de jóvenes venezolanos, entre quienes se encontraron Adán Chávez (hermano mayor de Hugo Chávez) y el propio Nicolás Maduro. Ambos fueron adoctrinados en la Cuba castrista. Estos eventos los relaté en mi libro “Estafa Doble y Agravada”.
La Familia
En 1974 contraje matrimonio con una joven cubano-venezolana de 17 años, ajena a todas mis actividades de activista. Debido a mi compromiso con la lucha anticomunista, tenía que ausentarme periódicamente de Venezuela y para eso tenía que mentirle a mi joven esposa, quien muy pronto comenzó a pensar que yo compartía mi vida con otra mujer. Diez años más tarde se presentó la gran crisis matrimonial y es ahí donde ella se entera de mi “doble vida” que tantos problemas le produjo a nuestro matrimonio.
El Avión Cubano
En 1976 había nacido nuestra primera hija. Ese fue el año en el que se produce el siniestro de un DC8 de Cubana de Aviación, ocasionándoles la muerte a unas 73 personas. El siniestro no estaba muy claro. En un principio se pensó que fue una falla humana o mecánica. Luego se comenzó hablar de una operación terrorista por parte de los cubanos anti-castristas.
“La Agencia” me asignó para que investigara el caso. Cuatro años más tarde logré descubrir que existía un informe, “El Informe RARDE”, realizado por un experto británico en siniestros aéreos llamado Eric Newton. El avión cayó en aguas internacionales frente a Barbados, por lo que Gran Bretaña se interesó en el caso.
La experticia determinó que el avión fue siniestrado por dinamita comercial colocada en el compartimiento de carga de la aeronave, lo que demostraba que los cuatro indiciados en el atentado no pudieron ser los culpables del siniestro, en consecuencia fueron absueltos. Sin embargo, la sentencia absolutoria tenía que ser corroborada o no por un tribunal superior, en aquel caso: por la Corte Marcial, equivalente a la Corte Suprema de Justicia en jurisdicción civil. Esa sentencia jamás se produjo, ya que el presidente de la Corte Marcial era un agente de Castro y así lo probamos en su momento.
El juicio por la voladura del avión cubano pasó a la historia jurídica de Venezuela como el más prolongado y controversial de los anales tribunalicios venezolanos. Tras once años de presidio injustificado, el activista Luis Posada Carriles se fugó de una de las cárceles de mayor seguridad de Venezuela y me tocó ser parte del plan y ejecución de fuga.
En 1985 publiqué un libro titulado “Los Generales de Castro” en el cual narro cómo fue el mismo Castro quien siniestró el avión para deshacerse de 7 generales cubanos que venían de luchar en Angola y regresaban a Cuba con demasiado poder político y militar. Esa historia se la conté a la periodista María Elvira Salazar (hoy representante del Congreso Federal estadounidense).
En 1985 publiqué un documental titulado “El Juicio del Siglo”, con todos los pormenores del juicio sobre el siniestro del avión DC8 de Cubana de Aviación. Quien supuestamente puso la dinamita en el compartimiento de la aeronave, Ricardo Morales Navarrete, luego de declararse culpable del acto terrorista fue supuestamente-asesinado en un bar de Key Biscayne de Miami. 20 años más tarde dicen que lo vieron caminando por las calles de Montreal.
Angola
La guerra civil en Angola fue la más prolongada del Siglo XX. “La Agencia” me comisionó para que entrevistara los centenares de soldados y oficiales que desertaban de las filas castristas. Mi misión era determinar quiénes eran genuinos desertores y quiénes intentaban infiltrarse en Estados Unidos. Durante mi estadía en Angola se produjo un fugaz romance con una soldada cubana que había desertado y resultó ser una infiltrada. Además, tuve la obligación de comer viseras humanas en una reunión con el líder de la UNITA, Jonas Savimbi, quien llevaba a cabo prácticas cabalísticas luego de cada victoria a través de la ingesta de viseras del enemigo.
2014
Ese año logramos levantar a gran parte de los venezolanos en una nueva “guarimba”. Ese año hice unos cuantos llamados a los venezolanos desde Miami. Los alerté sobre los falso opositores. Les volví a explicar cómo debían sublevarse, etcétera. Una vez más, “La Guarimba” fue neutralizada por la falsa oposición que llamó al régimen a un diálogo.
En 2009, Chávez le había advertido a su plana mayor que los barrería a todos si permitían una segunda “guarimba”. En 2014, cuando “La Guarimba” estaba – nuevamente – a punto de defenestrar a Chávez, fui entrevistado por CNN. Aquel año, 2014, el vicepresidente de Venezuela – Jorge Rodríguez – salió en un programa de televisión de costa a costa acusándome de organizar un complot para eliminar a Hugo Chávez.
2008
En la contienda electoral McCain Vs. Obama, recorrí con el candidato republicano los estados fronterizos con México para alertar sobre el peligro que suponía para Estados Unidos la victoria de Obama. Llegado el momento de clausurar la campaña electoral, me tocó la presentación del candidato republicano para el discurso de cierre.
Detalles
A lo largo de todos estos eventos hay detalles tremendamente interesantes que podrían llenar espacios para una prologada serie de televisión. En octubre de 2007 el Miami New Times publicó una extensa entrevista relacionado con nuestro tema.