¿Ahora sí?

 

 

19 Feb, 2019 – A raíz del discurso de Donald Trump de ayer, pronunciado en la ciudad de Miami, me transporté al mes de octubre de 1962… tenía entonces 12 años de edad.  El mundo estaba al borde de un holocausto nuclear.  Estados Unidos – ¡por fin! – había descubierto los misiles que los soviéticos habían instalado en la isla de Cuba, a 90 millas de las costas estadounidenses, con los cuales hubieran podido haber desaparecido del mapa a todas las grandes ciudades de este país, a excepción de Seattle, que se encontraba fuera del alcance de los misiles de entonces.

 

 

Fueron días de mucha tensión; yo, siendo un muchacho la sentía.  Los cubanos exiliados que vivían en Venezuela, dejaron de trabajar.  Noche tras noche se reunían en casa de uno de ellos, principalmente en la urbanización de San Bernardino – en Caracas – donde vivía la mayoría de los exiliados cubanos en la Venezuela de entonces.

Era aparentemente-inminente la caída de Castro.  La euforia invadía el sentimiento de cada cubano anti-castrista exiliado en la adorada Venezuela.  Yo, en particular, me veía regresando a mi Cienfuegos querido y añorado… pescando en las playas de mi pueblo natal, en compañía de todos mis amigos que habían emigrado a países extraños.

Pero la suerte cambió a favor de los Castro.  Kennedy y Kruschev se sentaron a dialogar y se selló el tristemente-famoso “Pacto KaKa” que atornilló, para siempre, a Fidel Castro en el poder: ¡a 90 millas de las costas estadounidenses!

A raíz de “La Crisis de Los Misiles” (o “La Crisis de Octubre”), fui testigo de mucha desgracia.  Decenas de miles de cubanos fueron fusilados frente a los paredones genocidas castristas.  Cientos de miles de cubanos purgaron largas condenas hasta de 30 años.  Millones de cubanos se vieron forzados al exilio, como ha sucedido ya con millones de venezolanos.  Millones de familias cubanas se desintegraron, como ha sucedido ya con millones de familias venezolanas… y cada uno de los presidentes estadounidenses que ha pasado por la Casa Blanca, ha prometido la libertad para Cuba.

 

 

 

En 1961, un poco más de un año antes de la “Crisis de los Misiles”, John F. Kennedy traicionó a más de un millar de cubanos en la fallida Y TRAICIONADA “Invasión de Bahía de Cochinos”.  Cuando por fin los brigadistas cubanos fueron liberados por Castro, luego de que el gobierno “americano” pagara un rescate, Kennedy y su esposa se presentaron en el estadio de fútbol de Miami y les prometieron a los cubanos que pronto verían ondear la bandera de la Brigada 2506 en una Habana libre.  Eso fue en 1962: ¡hace 57 años!  La bandera de la Brigada 2506 que Uds. verán en el video, fue tirada en un obscuro sótano y se tuvo que contratar a un abogado para poderla recuperar y colocar en el museo de la “invasión”.

 

 

El discurso, entonces (hace 57 años), de Kennedy fue tan “encendido” – ¡o más! – que el que escuchamos ayer de boca de Donald Trump en Miami.  El de su esposa, Jacqueline, fue muchísimo más “profundo” que el que escuchamos ayer de boca de Melania.  El de los Kennedy se convirtió en sal y agua: ¿sucederá lo mismo con el discurso de los Trump?

Me embarga la esperanza.  Por primera vez en muchos, muchísimos años, he dejado que impere en mí la emoción, por encima de la razón.  La experiencia de muchas décadas me indica a no emocionarme, a no confiar en los discursos de los presidentes estadounidenses… pero mi necesidad de ver a todos esos HDLGP defenestrados es mayor que mi capacidad analítica.

Hoy quiero pensar que “¡ahora sí!”  Por cierto, el 16 de junio de 2003, publiqué un artículo titulado igual: “¡Ahora sí!” que los invito a leer hoy.  Pero en esta oportunidad, QUIERO CREER que “¡ahora sí!”.

Estuve de acuerdo en un 90% con la intervención de Donald Trump, aunque debo confesar – para no ir en contra de mi naturaleza – que me perturbaron unas cuantas “cositas”.  Eso de la “transición pacífica”: ¡me perturbó!  ¿Transición pacífica?  Donald sabe que tal cosa sería imposible… a menos, claro, que Maduro y su combo dejen el pelero y se pinten de colores, cosa que no visualizo.

La petición de Trump a los militares venezolanos en cuanto a que no ejerzan la violencia en contra de quienes este 23 de febrero intentarán ingresar los insumos de la ayuda humanitaria desde Cúcuta a Venezuela, me sorprendió un poco.  ¿Vamos a seguir con esa “melodía”?  A los militares venezolanos no hay que advertirles un carajo…!!!

Ahora no recuerdo bien, pero creo que fue el General Carratalá quien en 1958 le recomendó al General Batista que había que darle fuego a la lata hasta que suelte el fondo.  Se refería a que debían destruir la insurgencia castrista en la Sierra Maestra hasta que no quedara uno vivo.  Batista no lo escuchó y pagó las consecuencias.  Increíble…!!!  Esa desidia del General Fulgencio Batista generó cualquier cantidad de desgracias, no solo en el continente americano… ¡también en el africano!  Años más tarde, ya en el exilio, Batista se lamentó:cuando pude acabar con Castro, no quise.  Cuando quise: ¡ya no pude!

La desidia de Batista de no acabar con Fidel Castro y su “revolución”, generó cualquier cantidad de desgracias, pero también le ha costado al mundo TRILLONES de dólares.  Si ahora Trump decide, como pareciera, erradicar el castrismo en Venezuela, eso les costaría a los contribuyentes estadounidenses una millonada de dólares; dinero que pudiera ser invertido en empresas más productivas y benéficas.

Retomando el hilo, me pareció un tanto “flojongo” y “blandengue” eso de pedirles a los militares venezolanos que dejaran pasar los insumos de la “ayuda humanitaria”, porque esa ayuda tiene que pasar porque sí: ¡a los coñazos!  En fin… tal vez ahí se peló un poco nuestro amigo Trump.

Ahora… en el evento de ayer en Miami vimos caras impresionantes.   No me acuerdo ahora cuándo fue, pero recuerdo haber leído una anécdota de un venezolano, creo que fue durante la época de Guzmán Blanco, que le pidió al presidente el día de su toma de posesión, que cuando pasara a su lado se parara y lo abrazara.  Él no quería que el presidente le diera un cargo, solo aspiraba a que la gente viera cómo el nuevo mandatario se detenía en su camino para abrazarlo.  De ahí en adelante él se haría cargo.  Era un indicativo de que estaba “apoyado”.  Así funciona la mente de nuestros conciudadanos.

 

 

Ayer, en la intervención del “otrora-muy-detestado-Trump”, se vieron muchas caras antagónicas.  Por ejemplo, vieron a Alexis Ortiz, ex alcalde de Lechería… un “demócrata” a ultranza, medio comunistón él: ¡un admirador de Obama!  Vieron – ¡horror! – al ex alcalde de Doral, Luigi Boria, quien hasta fungió de agente de compras para el régimen de Chávez y despachaba, siendo candidato a la alcaldía, desde unas oficinas de Arias Cárdenas en el Doral.  Vieron al Cabo José Colina, promotor del delfín del senador comunista Bernie Sanders, en primera fila… un “oficial” que hasta ayer estuvo en contra de la intervención militar estadounidense en Venezuela… del equipo de la Patricia Poleo.

 

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¡A Helen Villalonga!  Helen, Dios me la guarde, se rasgaba las vestiduras por Hillary Clinton y ayer la vimos con su hijo agarrando una bandera de Venecuba (de 8 estrellas), aupando y aplaudiendo a Donald.  Vimos a Pablo Medina, del Foro de Sao Paulo, con su hermana Yolanda.  ¡A Ramón Muchacho!  Todavía hoy están presos “guarimberitos” que fueron apresados en Chacao, gracias a la colaboración de Muchacho con las huestes de Maduro.  Vimos a la infame Patricia Andrade, quien abogó por la libertad – en Venezuela – por el primer narcogeneral del régimen, Ramón Guillén Dávila… acusado por la DEA de introducir en EEUU 10 toneladas de cocaína.

 

 

Vimos, ¡fin de mundo!, al “embajador” Carlos Vecchio, quien dentro de unos días (el 23 de febrero) tiene programado un evento en Westonzuela con puros bichos del partido demócrata, entre ellos a la Donna Shalala, que más comunista no puede ser.

 

 

¿Y qué me dicen de Pedro Mena, el consorte de Alexis Ortiz?  Ese estaba en primera fila.  Él, como el fulano Ortiz, montaron en cólera cuando en febrero de 2011, el congresista – REPUBLICANO – Connie Mack, propuso incluir a Venezuela en la lista de países que apañaban al terrorismo internacional.

 

 

Claro, mi amigo Donald no tiene que estar al tanto de tanta guarandinga.  Lo de él, en todo caso, es liberar a Venezuela… y espero que libere a Cuba y a Nicaragua… pero que no deje a medias el proyecto, como sucedió con la patria de Rubén Darío.

Luego de una década de cruenta guerra civil en Nicaragua, llegó George Bush (padre), el “donald-trump” de entonces: ¡y puso la gran torta!  “Liberó a Nicaragua”, pero dejó intacta las bases para que los sandinistas no dejaran el poder verdadero.  En consecuencia, 15 años más tarde, Daniel Ortega regresó al poder con las consecuencias que hoy todos conocemos… y no es que durante esos 15 años de “democracia” todo fue color de rosa.  Esos años de “paz” sirvieron para asesinar a más de 600 verdaderos opositores del sandinismo y para consolidar – económicamente – a los Ortega y sus adláteres.

¡Eso es lo que debemos evitar en Venezuela!  Debemos evitar que se apoderen del “coroto” individuos como Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Edgar y Timoteo Zambrano, Miguel Pizarro,  Antonio Ledezma,  Henrique Capriles, Omar Barboza, Julio Borges  y, entre muchos otros: Stalin González.

 

 

George Bush (padre) metió a Nicaragua en el quirófano para extraerle los tumores cancerígenos del narcocastro-estalinismo internacional, pero no los extrajo todos;  dejó muchos sin extirpar.   Quince años más tarde, los nicaragüenses sufrieron las terribles consecuencias y ese pobre país, el otrora “Granero de Centroamérica”, regresó a la obscuridad del “socialismo del Siglo XXI”.  ¡Eso es lo que no queremos para Venezuela!

En Venezuela hay que hacer “caída y mesa limpia”.  Borrar todos los vestigios de ese malsano, perverso, demoníaco y satánico “socialismo”.  Que no escuchemos hablar de la fulana “Internacional Socialista”; que nadie mencione la palabra “chavismo” o “madurismo”… o “chavismo originario”, “fabianismo” o  “progresismo”: ¡o la Mamá de Tarzán!

No queremos que nos digan lo bella que es Michelle Obama.  No queremos que nos recuerden “el legado de Chávez”.   No queremos que nos mencionen a la infausta ex fiscal, Luisa Ortega Díaz… ni al General Baduel: ¡ni mucho menos al otro “generalRodríguez Torres!  ¡Ya basta!

El chavismo, el madurismo… el castrismo, el progresismo, el fabianismo  y el socialismo: ¡que se vayan a la mierda!  ¡No lo queremos en Venezuela!

A mí, a Robert Alonso, le hubiera gustado que los venezolanos se hubieran sublevado de manera activa, generalizada y sostenida… ¡sin tener nada que ver con Juancito Trucupey y su combo!

Me hubiera gustado una sublevación activa, generalizada y sostenida para forzar una INTERVENCIÓN MILITAR CON TODOS LOS HIERROS por parte de Estados Unidos de América, bien asesorada, para que no promoviera liderazgos obscuros de líderes comprometidos con la perniciosa izquierda… pero bueno: ¡parece que no va a ser posible!

Ahora tenemos que estar pendientes y pelar el ojo.  No puede ser que después de tanto nadar: ¡nos vayamos a morir en la orilla!

Miami 19 de febrero de 2019

Robert Alonso

 

 

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