Ene 30, 2019 – A mediados de julio del año 2006, Fidel Castro tuvo que ser intervenido de urgencia. A raíz de su intervención quirúrgica quedó muy golpeado, tanto física como mentalmente, por lo que su secretario, Carlos Valenciaga, anunció que Fidel delegaba – temporalmente – su cargo en su hermano Raúl Castro.
En lo que Raúl asumió – interinamente – las riendas de la conducción política, económica y militar de Cuba, Hugo Rafael Chávez Frías montó en cólera, advirtiendo que él no se iba a subordinar a Raúl, sellando así su sentencia de muerte. Raúl Castro asumió el total control de la tiranía, de forma oficial y DEFINITIVA: el 24 de febrero de 2008, es decir… ¡a menos de dos años después!
Meterse con los Castro es pavoso y tremendamente dañino para la salud. Varias personalidades relacionadas directamente (a favor o en contra) con Fidel Castro, han terminado muriéndose de “causas extrañas”, en especial: de extraños cánceres.
Camilo Cienfuegos, el más carismático de los “comandantes históricos” de la “revolución cubana”, después de Fidel Castro, se cayó en un avión en octubre de 1959… nadie sabe cómo, dónde ni cuándo. El Che Guevara, luego de divergencias con Fidel sobre la URSS y de sugerir que debían aliarse con los chinos maoístas, fue “encontrado” en octubre de 1967 en el medio de la intrincada selva boliviana y fusilado… dicen que Fidel lo traicionó dándole el pitazo a la CIA de su ubicación exacta. Manuel Artime, el jefe político de la Brigada 2506 que en abril de 1961 invadió a Cuba por la Bahía de Cochinos, murió – según se comenta – envenenado poco a poco, en noviembre de 1977. Agostinho Neto, el primer presidente de Angola, aliado de Castro, intentó aliarse con los chinos (como sugería el Che) y murió en Moscú en septiembre de 1979… de un “extraño” cáncer. Forbes Burnham, presidente de Guyana, murió de un “extraño” cáncer en agosto de 1985, luego de fuertes divergencias con Fidel. Michael Manley, quien fuera por un tiempo “el delfín” de Fidel (como lo fue Chávez), murió en marzo de 1997 de un “extraño” cáncer, siendo primer ministro de Jamaica, luego de alejarse de su protector. Jorge Mas Canosa, el presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana, en su momento el mayor opositor a la tiranía castro-estalinista, murió de un “extraño” cáncer en noviembre de 1997. Manuel Piñeiro, alias “Barba Roja”, fundador del Departamento Américas, instrumento empleado por los Castro para infiltrar a los estamentos militares y políticos del continente americano, murió en un “extraño” accidente automovilístico en marzo de 1998 y de ese mismo modo murió Oswaldo Payá, el disidente más importante dentro de Cuba, en julio de 2012.
En diciembre de 2012, le tocó el turno a Hugo Rafael Chávez Frías, quien – para muchos – murió de un “extraño” cáncer. Su cuerpo se mantiene congelado en la gavera No. 486 del Cimeq, en La Habana.
Antes de morir Chávez, ya los Castro tenían el substituto perfecto: Nicolás Maduro Moros. Con la muerte de Chávez, se pretendió – además – matar, paulatinamente, al chavismo. Poco a poco Maduro fue deslastrándose de los chavistas para colocar maduristas en su entorno. En la medida en que se llevaba a cabo la depuración, se fue conformando un clan que hoy es conocido como “LOS ORIGINARIOS”.
“Los originarios” comenzaron a conspirar y a captar a muchos “opositores” que venían “cohabitando” felizmente desde el gobierno de Chávez. Entre esos aliados de los “originarios”, desde las filas de la “oposición”, se encontraban líderes como Leopoldo López, Julio Borges, Henry Ramos Allup, Edgar y Timoteo Zambrano, entre muchos… muchísimos otros. A nivel internacional, “los originarios” lograron captar a Luis Almagro, furibundo chavista y anti-madurista confeso… de ahí el “cambio de timón” que dio el actual secretario general de la OEA, el departamento de asuntos sin importancias del continente americano.
Los “duros” de los originarios son, por supuesto: Baduel, Urdaneta, Arias Cárdenas, Luisa Ortega, Adán Chávez, Navarro y entre muchísimos otros: el general Rodríguez Torres. Mucho se ha dicho que en el primer intento de tomar el poder por la fuerza, una pieza clave fue el desaparecido Oscar Pérez, quien los entendidos han asegurado que era un “muchacho” de Rodríguez Torres, del “ala armada” de “los originarios”.
Los “originarios” supieron conspirar poco a poco… sin prisa: ¡pero sin pausa! Por supuesto, contaban con mucho dinero, dinero robado a la nación durante más de una década. Fueron captando adeptos dentro de los cuadros políticos emergentes, esperando el momento en que ya el régimen de Maduro no pudiera más. A mediados del año 2017, apretaron el acelerador. En agosto de ese año, Luisa Ortega Díaz fue suspendida de su cargo como fiscal general y más tarde lanzada al exilio. Maduro había defenestrado a la primera pieza importante de “los originarios”.
Otro “originario” de peso, el Gral. Miguel Rodríguez Torres, se pronunció – el 1ro de febrero de 2018 – en contra de Maduro y fue arrestado el 13 de marzo de ese mismo año… pero ese clan estaría esperando a Maduro “en la bajadita”, cuando se fuese a juramentar el 10 de enero del corriente año, 2019.
Ahora bien. De ser cierto todo lo que se comenta abiertamente sobre este peligroso grupo, tendríamos que hacernos muchísimas preguntas y ya podríamos estar respondiéndonos algunas de ellas, por ejemplo, la razón de aquellos comentarios que tanto malestar causó, cuando la Sra. Lilian Tintori se lamentó de la manera en que Maduro había destruido el legado de Chávez. “Los originarios”, quieren recuperar ese “legado” y pudieran estar a punto de hacerlo.
¿Mejorará el país en manos de “los originarios”? ¿Será más de lo mismo? ¿Quiénes serán los que, detrás de las bambalinas, terminen manejando el país? Muy pronto podríamos respondernos algunas de esas preguntas. ¿Seguirán los Castro recibiendo el petróleo de los venezolanos?
Es muy probable que el país mejore inmensamente, como sucedió cuando los sandinistas colocaron en la presidencia a Violeta Chamorro, tras unas elecciones pulcras, en la que los nicaragüenses creyeron que habían perdido los Ortega, para quince años después de tres gobiernos “democráticos” y títeres, convertir el país de Rubén Darío en un inimaginable infierno. Mientras tanto nos venden la fulana “Ley de Amnistía”, que muchos llaman la “Ley de Impunidad”. Sería muy difícil llegar a conclusiones de quiénes son culpables de grandes delitos. Por ejemplo, ya sabemos que a la ex fiscal, Ortega Díaz, no la tocarían ni con el pétalo de una rosa, cuando incluso, nuestra primera dama-interina – Fabiana Rosales de Guaidó – invitó a la ex fiscal para que ayudara a reconstruir a Venezuela: ¡fin de mundo! Ahora ya sabemos de dónde nació la necesidad de esa “Ley de Amnistía”.
¿Qué clase de Venezuela les espera a los venezolanos? ¿Estarán dispuesto a regresar a ella los más de 4 millones de sus nacionales que se dispersaron por el mundo en busca de un futuro para sus hijos? Los mismos que desde la fulana “Cuarta” abonaron el terreno para que llegara la noche chavista, junto a los líderes de esa “FALSA OPOSICIÓN”, sumados a “los originarios”, son ahora los que sacarán a Venezuela del pantanal donde TODOS ELLOS la metieron.
¡Dios nos coja a todo confesados!
Miami 30 de enero de 2019
Robert Alonso