Venezuela

Cuando el presidente cubano, Carlos Prío Socarrás, llegó a su segundo exilio de Miami, en 1961, un periodista le preguntó sobre Fidel Castro, quien había tomado el poder en Cuba el enero de 1959.  Prío Socarrás le respondió: “Fidel es un individuo muy inteligiente.  Ha logrado, en poco tiempo, lo que ninguno de los presidentes que hemos pasado por el gobierno de la isla logró: ¡destruirla totalmente!”  Prío Socarras terminó suicidándose en su casa de Miami, el 5 de abril de 1977.

La llamada “Revolución Socialista-Bolivariana del Sigló XXI”, fue tan “productiva” como el narco-castroestalinismo impuesto por los Castro en Cuba, en términos de la destrucción total y absoluta de Venezuela: uno de los países más favorecidos por la creación de Dios, del planeta Tierra.  Veamos, entonces, cómo se destruyó a Venezuela.

En el año 1977, Venezuela contaba con unos 12 millones de habiantes.  Era el tercer país más pujante y productivo de la América hispana.  Producía unos 3 millones de barriles de petróleo diariamente, con unas reservas petrolíficas de unos 18 mil millones de barriles.  La Represa del Guri producía 2.1 millones de kilovatios; suficientes como para abastecer la casi-totalidad de las necesidades de todo el país y, de paso, proveer de energía eléctrica a parte de Brasil.

La región de Guyana producía 2.500 millones de toneladas métricas de hierro.  Era un país rico en oro, uranio entre otros minerales de suma importancia, sin mencionar que la Plataforma Deltana cuenta con la mayor reserva de gas natural del planeta.  Su ganadería era pujante, así como su producción industrial del sector privado.

Tenía excelentes hospitales y clínicas privadas, universidades y escuelas técnicas.  La Fundación Gran Mariscal de Ayacucho formaba profesionales tanto dentro como fuera del país… su arte y su música estaban al nivel de los países del primer mundo.

Luego llegó “La Noche”

Sería injusto e inexacto asegurar que la total y absoluta destrucción de Venezuela fue producto de la ocupación, pacífica, de los Castro.  La toma de Venezuela por parte del narco-castroestalinismo internacional fue el tiro de gracia que se le dio a esa agraciada nación.  La destrucción comenzó mucho antes.

El mayor enemigo de Venezuela fue la CORRUPCIÓN DESMEDIDA, apoyada por la desidia y el abandono por parte de sus líderes y, en gran parte, por sus propios ciudadanos.

El documental que les hemos publicado arriba, fue producido en el año 1977, durante el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.  Fue una etapa que pasó a la historia como “La Venezuela Saudita”, pero en lugar de hacer como hizo Saudi Arabia, los venezolanos se dedicaron al derroche de sus riquezas y ahí comenzó el debacle de esa nación privilegiada por el Creador.

El intelectual Arturo Uslar Pietri, quien además de haber sido candidato presidencial de Venezuela, fue embajador permanente de ese país ante la UNESCO (1975-1979); senador (1958-1963  1964-1974), ministro de relaciones interiores (1945), ministro de hacienda (1943), secretario de la presidencia (1941-1945) y ministro de educación entre 1939 y 1941… sin contar que además de diplomático y político era abogado, humanista y productor de televisión, le advirtió a Venezuela y a los venezolanos: que había que “sembrar el petróleo”, es decir: ¡invertirlo!  Eso fue lo que hicieron los sauditas.  Eso fue lo que se puede apreciar en Dubai, por ejemplo.

 

Pero a partir de la época de la “Venezuela Saudita” del primer período de Carlos Andrés Perez, nuestro país comenzó a desmoronarse por la desidia, la corrupción y, sobre todo: ¡por la traición!

La Mano del Socialismo

A raíz de la defenestración de la dictadura del General Marcos Pérez Jimenez, Venezuela comenzó a ser gobernada por los socialistas “buenos”… ¿existe tal cosa como “socialistas buenos”? ¡Difícil saberlo!

Los gobiernos venezolanos se alternaban entre los social-demócratas (miembros de la Internacional Socialista) y los social-cristianos.  Fue una corriente “social-cristiana” la que le dio vida a la llamada “Teología de la Liberación”, tras la aparición de las Comunidades Eclesiales de Base, el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, en la Colombia de 1968.  Si no nos agarraba Satanás: ¡nos agarraba El Vaticano!

Venezuela cayó en un torbellino de corrupción jamás imaginado.  Se crearon RECADI, luego los famosos “Bonos de Exportación”… para culminar en CADIVI.  Mientras tanto, en Venezuela, un escándalo mataba a otro escándalo y el que más le robaba a la nación, era el más admirado.

Cuando ya el país no daba más y los dos partidos tradicionales, Acción Democrática y COPEI estaban totalmente despretigiados: ¡llegó el llamado “chiripero”!

Dicen que en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, éste quiso enmendar el entuerto con unas medidas económicas que terminaron con el remoquete del “Paquete”.  El responsable de esta supuesta enmienda fue un economista llamado Miguel Rodríguez, quien pasó a la historia con el apodo de “Miguel – Paquetico – Rodríguez”.

 

 

Según nos han dicho, Carlos Andrés Pérez quiso gobernar – en el campo económico – con economistas exitosos, descartando así a los de su partido, Acción Democrática.  Al final del día, su propio partido le dio un golpe de estado y terminó defenestrado.

En el medio de este torbellino de incongruencias y desidias, Hugo Chávez con un grupo de fascinerosos de la extrema izquierda, intentó darle un golpe de estado al incipiente gobierno de Carlos Andrés Pérez, antes de que éste intentara enmendar los entuertos económicos del país.  El intento de golpe no tuvo éxito, pero catapultó a Chávez como la esperanza de Venezuela… apoyado por políticos de alta credibilidad, entre ellos, el Dr. Rafael Caldera… quien gracias al respaldo a los golpistas, llegó al poder en su segundo mandato presidencial.

Económicamente – y como era de esperarse – el gobierno de Rafael Caldera fue un total desastre.  Aprovechando la descomposición política, el desprestigio de los partidos, la falta de confianza en los “políticos tradicionales” y el desastre económico que se incrementó con el gobierno de Caldera, Hugo Chávez logró llegar al Palacio de Miraflores, de la mano y con el financiamiento de los Castro, dándole vida a la total condena y destrucción de Venezuela.

Poco a poco, el llamado “Socialismo del Siglo XXI” comenzó la destrucción total y absoluta de todas las instituciones de Venezuela, que ya estaban mortal y terminalmente enfermas, pero Chávez – guiado por los Castro – no pudo llevar a cabo esta absoluta destrucción: necesitó de la necesaria ayuda de las cúpulas políticas tradicionales, organizadas en un parapeto llamado “Coordinadora Democrática”.

Los “políticos traidicionales” no tenían los recursos ni el apoyo de la mayoría de los venezolanos, así que optaron por “unirse al enemigo”: ¡y se unieron!

La Constituyente

Hugo Chávez se juramentó y en su juramento prometió la creación de una nueva constitución.

Constitucionalmente no había una justificación para anular la Constitución de 1961, pero Chávez obtuvo el apoyo de la entonces Corte Suprema de Justicia; introdujo un concepto que él llamó “el poder originario”, donde “el pueblo”, dueño de la constitución, era competente para desintegrarla y hacer una nueva.  La entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Cecilia Sosa Gómez, se constituyó en la primera “conchupante” del “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela y le dio luz verde a la teoría del “poder originario”.  Así, la constitución de 1961 pasó a la historia, dándole luz a la constitución del año 1999: a la “Constitución Bolivariana”, llamada – cariñosamente – como “La Bicha”.

La Bicha

La Bicha fue hecha a imagen y semejanza de Hugo Chávez, con la necesaria dirección de los Castro desde Cuba.  En ella hay cuatro artículos que justifican lo que luego se convirtió en “La Ley de Comuna”: los artículos 2, 5, 70 y 184.  Con el correr de los años, veremos a las llamadas comunas gobernar a uno de los países más ricos de La Tierra.

Se trataba de una primera versión de una constitución que llevaría a Venezuela hacia el “socialismo totalitario”, lo que muchos entienden como “COMUNISMO”.  Un comunismo, por cierto, nuevo… renovado y adecuado a los tiempos modernos: lo que no pocos analistas llaman “capitalismo de estado”.

Ante la avalancha de Hugo Chávez, los “opositores” optaron por acoplarse a “la plataforma oficialista”, desde la frontera de una FALSA OPOSICIÓN, necesaria para cubrir las formas en un mundo “globalizado”.  Surgieron nuevos líderes “opositores”, como Julio Borges, María Corina Machado, Leopoldo López, entre muchos otros.  Todos ellos formaron parte de lo que luego se conoció como “LA FALSA OPOSICIÓN”.

Dentro de un régimen totalitario, como el impuesto por los Castro en Venezuela, los nuevos “opositores” tenían licencia para oponerse, tal y como lo explicó en un importante video, el Comandante Marlon Gutiérrez de la Contra nicaragüense:

Luego de la aprobación de la nueva constitución, se llamó a una nueva “elección” y para esa farsa electoral, el régimen cuadró la candidatura “opositora” de Francisco Arias Cárdenas, compadre de Chávez y uno de los que participaron en el intento de golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez.  El grueso del pueblo venezolano cayó en la trampa.

Pasaron los años y la salud de Fidel Castro sufrió un fuerte revés.  En el verano de 2006 fue intervenido quirúrgicamente y los resultados de esa intervención no fueron los más favorables.  A raíz de esa operación quirúgica se produjo “la muerte intelectual” del máximo líder de la Revolución Cubana.

Ante tal realidad, Hugo Chávez consideró que él sería el sucesor mundial de su mentor, pero no tomó en cuenta que su hermano – Raúl Castro – estaba como “caimán en boca de caño”, esperando su “turno al bate”.  Raúl, quien había estado relegado durante décadas en la oscuridad de un segundo plano, decidió que le había llegado el momento de tomar la batuta de la Revolución Cubana y erguirse como el gran líder mundial que nunca pudo ser.

Chávez no se subordinó a Raúl y firmó su inminente sentencia de muerte.  Poco tiempo después descubrió que sufría un cuadro terminal de un extraño cáncer que muchos galenos no sabían explicar.  Murió en el mes de diciembre de 2012 y su cadáver fue congelado en la gaveta 486 del CIMEQ en La Habana, donde todavía reposa.

El sucesor de Chávez fue el jamás-bien-ponderado Nicolás Maduro, un chofer de autobús que fue captado por los Castro gracias al acuerdo que Carlos Andrés Pérez firmó con Fidel finalizando la década de los setenta, pocos meses antes de abandonar su primer gobierno en 1979, conocido como “La Reunificación de la Familia Cubana en Venezuela”.

Maduro era un títere condicional.  Haría lo que Cuba le ordenara y se subordinaría a Raúl Castro.  Nicolás no es el bruto considerado por la mayoría de los venezolanos.  Es infitinitamente ignorante e inculto, pero de bruto no tiene un solo pelo.  Supo, sabe y ha sabido que para mentenerse en el poder, sin sufrir las dolencias de un cáncer terminal, tiene que hacer lo que se le ordene desde Cuba… y así ha procedido.  En tal sentido, jamás terminará como Camilo Cienfuegos, Ernesto “Che” Guevara, Michael Manley, Forbes Burnham, Agostinho Neto y el propio Hugo Rafael Chávez Frías.

Por supuesto, la economía venezolana se fue al último de los sótanos… al nivel más bajo, gracias a una sistemática y programada fórmula para producir el éxodo de la clase media venezolana y para mantener entretenidos a quienes se han quedado dentro del territorio nacional; buscando el pan diario que les permita la supervivencia, así tengan que recurrir a los basureros.

Elecciones fueron y elecciones vinieron: ¡todas ellas amañadas!  Cuando los Castro consideraron que el engaño electoral ya no era sostenible, se inventaron una “derrota” y fue así como en diciembre de 2015, LA FALSA OPOSICIÓN logró una victoria, acaparando la mayoría de la llamada Asamblea Nacional, equivalente a lo que en un tiempo fue el Congreso de Venezuela.   Desde allí, lo primero que hizo esa FALSA OPOSICIÓN, fue legitimar al ya-usurpador Maduro, quien – de paso – tenía, al menos, dos nacionalidades: lo que le impedía, constitucionalmente, ser presidente de Venezuela.

Instaurado el mencionado congreso, con mayoría “opositora”, se declaró presidente a un individuo con dudosa procedencia llamado Henry Ramos Allup, cuya primera misión, como presidente de dicha asamblea (y como vimos en el video de arriba), fue legitimar a Maduro como presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela; quien había tenido el total y absoluto control del partido socialista, Acción Democrática, que había gobernado a Venezuela en varias oportunidades, luego del derrocmiento del General Marcos Pérez Jiménez.  La presidente actual de ese partido declaró ser una fanática de Fidel Castro y de la Revolución Cubana:

Henri Ramos Allup estaba casado con la hija de un italiano que había obtenido ingentes contratos de construcción, otorgados por la gestión de Hugo Chávez.  Sus cuñados eran considerados afectos a la “revolución bolivariana”, miembros de una cofradía de jóvenes corruptos llamados “Los Bolichicos”, la cual se benefició gracias a la destrucción de la red de distribución de energía del país, debido a que “La Revolución Bolivariana” jamás tomó en cuenta el mantenimiento de los elementos de distribución energéticos, que – en el año 1977 – producía 2 millones 100 kilovatios de electricidad y le daba energía a casi la totalidad de Venezuela, incluyendo parte de Brasil.  Los “Bolichicos”, componentes de la llamada “izquierda de caviar”,  lograron un contrato para proveerle a Venezuela unos generadores eléctricos que compraron en África, desechados como chatarra, logrando así miles de millones de dólares en beneficio propio y en perjuicio de gran parte de la población venezolana.

Debido a esta apoteósica estafa, muchos venezolanos murieron.  En numerosas ocasiones,  los hospitales no podían funcionar adecuadamente.   Muchos neonatos murieron debido a la falta de energía y el país entero se sumió en un impresionante caos energético que todavía hoy se experimenta y que no se ha podido superar, especialmente en el interior de Venezuela, fuera de la ciudad capital de Caracas, donde vive la inmensa mayoría de los venezolanos.

Los Bolichicos

¿Quiénes son los llamados “Bolichicos”? Son varios los que componen el grupo: Alejandro Betancourt López, presidente de la junta directiva y fundador de Derwick Associates; Pedro Trebbau López Derwick, vicepresidente de Derwick Associates; Francisco Convit Guruceaga, accionista de Derwick Associates; Domingo Guzmán López, director de Derwick Associates de Venezuela; Orlando Alvarado, gerente de portafolio y director de O’Hara y dos cuñados de Henry Ramos Allup, principalmente: Francisco D’Agostino.  Todos ellos, por cierto, provinientes de familias, supuestamente derechistas, de la alta sociedad venezolana.

 

 

Alejandro Betancourt

“El Bolichico Mayor”

Donald Trump

El actual presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, se nos ha vendido como un furibundo anti-socialista; sin embargo, reconoce, promueve y financia a los socialistas que forman parte de esa FALSA OPOSICIÓN que en Venezuela apuntala al régimen narco-castroestalinista representado – en estos momentos y por ahora – por Juan Guaidó.

Cada vez que el presidente Trump se refiere a Venezuela, lo hace a través de un discurso cargado de anti-socialismo… ¡pero apoya a los socialistas!  No sabemos si es por ignorancia (que lo dudamos) o por su indolente intención de ganarse los votos de más de 300mil venezolanos que votan a lo largo y ancho del territorio estadounidense, tomando en cuenta su intención de ser re-electo como presidente de EE.UU. en los próximos comicios del año 2020.

Rudy Giuliani

Para terminar de culminar todas estas incongruencias políticas, tenemos al ex alcalde de la ciudad de Nueva York (1994-2001), Rudy Giuliani, el actual abogado del presidente Donald Trump, quien acaba de conmover a no pocos (a mí entre muchos), aceptando ser el abogado de Alejandro Betancourt López, considerado por la opinión pública venezolana como “El Bolichico Mayor”: ¿qué tal?

Fuente: “El Nuevo Herald”

 

Gran parte de la absoluta y total destrucción de Venezuela, se la debemos a personajes como estos que se enriquecieron – groseramente – a costa de muertes y desgracias.  Las acciones que se han tomado desde la actual cúpula gobernante estadounidense han estado basadas en puras sanciones inócuas, en retórica y en falsa promesas, mientras se han ido alimentando los cuervos que, dentro de muy poco, podrían ayudar a sacarles los ojos a todos y cada uno de los ciudadanos y habitantes del país más poderoso del planeta.

Según el presidente Trump, no queremos en EE.UU. ni socialismo ni comunistas: ¿pero y en nuestro “vecindario”, más abajo del Río Grande?  ¡Ah!  ¡Eso es otra cosa!  Mientras tanto, Trump no tiene prurito en reconocer, apoyar y financiar a los socialistas-comunistas de la FALSA OPOSICIÓN venezolana: ¿qué les parece?

 

 

Para los venezolanos, hubiera sido preferible que hubieran reconocido a la pro-comunista de Hillary Clinton como la presidente de Estados Unidos, así todos hubieran sabido dónde estaban parados y millones de venezolanos hubieran podido haber tomado determinaciones y decisiones distintas.  Pero reconocieron a Trump y desde entonces comenzó el guaraleo: ¡el miserable engaño!  Para cuando los venezolanos se vengan a dar cuenta: ¡será ya demasiado tarde!

¡Happy Thanksgiving!

Miami 28 de noviembre de 2019

Robert Alonso

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Donald Trump

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