Durante muchos años – y de manera patológica – me he dedicado a promover la aplicación del Capítulo III de la Ley Helms Burton. Este instrumento, también conocido como “Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática“, fue promulgado durante la administración de Bill Clinton el 12 de marzo de 1996, en respuesta al derribo de las avionetas de “Los Hermanos al Rescate”, el 24 de febrero de 1996. Sus promotores fueron el senador por Carolina del Norte, Jesse Helms, y el representante por Illinois, Dan Burton.
Al final del cuento, dicha ley resultó ser “un saludo a la bandera“, un guaraleo más: ¡salvo el contenido del Capítulo III!
Cuando Fidel Castro leyó el contenido del Capítulo III: ¡montó en cólera! Era la única parte de la fulana ley que le hacía verdadero daño a su tiranía genocida e infrahumana. En consecuencia, movió todos sus contactos a lo largo y ancho del globo terráqueo: ¡y hasta el papa Juan Pablo II salió en su defensa! ¡Increíble!
Fue tan grande la presión ejercida al presidente Clinton, que lo llevó a tomar una solución “salomónica” que rompió todos los esquemas jurídicos de EE.UU. y el mundo libre. Dejó intacta la ley, pero CONGELÓ (suspendió) el Capítulo III, que era la partecita que le hacía daño a la tiranía narcocastro-estalinsta imperante en Cuba desde enero de 1959. ¡Así las cosas!
Clinton decidió que desde aquel momento en adelante, él y todos sus sucesores (George W. Bush, Barak H: Obama y Donald Trump), “revisarían“, cada seis meses, la opción de “descongelar” el mencionado capítulo. A lo largo y ancho de todas esas presidencias, tanto republicanas como demócratas, ningún presidente fue capaz de “descongelar” el mencionado capítulo. Incluso Trump lo mantuvo “congelado” (suspendido) en varias oportunidades, hasta que se decidió “descongelarlo“.
El Capítulo III es muy ampllio y no solamente incluye la aceptación, en tribunales estadounidenses, de infinidades de demanda. Entre otras cosas, evita la “conchupancia mercantil” entre el régimen de los Castro y empresas del mundo libre. Para “descongelar” dicho capítulo, Trump no necesitó la aprobación del congreso o de su partido. Solo fue necesario su firma. No le costó un solo centavo a los contribuyentes de EE.UU., ni produjo una sola muerte de un solo soldado estadounidense. ¡Se debió haber hecho mucho antes!
Campaña de Robert Alonso
Durante muchos, muchísimos años, hemos venido promoviendo el fin de la suspensión (el “descongelamiento“) del Capítulo III de la mencionada ley. Cuando pensábamos que habíamos arado en el mar, nos sorprendió la noticia y comenzamos a ver una luz al final del túnel.
En mayo de 2017, en una entrevista que me hiciera Bayly, advertí que si Trump queria hacer algo por Cuba… y por Venezuela, que “descongelara” (eliminara la suspensión) el Capítulo III.
En cada oportunidad que tenía, mencionaba la IMPERIOSA NECESIDAD de descongelar el Capítulo III. En septiembre de 2018, Diego Arria vino a politiquear a Miami y convocó a los líderes del “exilio” para escuchar propuestas a fin de derrocar a Nicolás Maduro. Se habló cualquier cantidad de gamelote. Cuando entré, vi a Patricia Poleo sentada en la cabecera, al lado de Arria. En lo que me vio entrar: ¡se fue! Estaba Carratú Molina, Pablo Medina, entre muchos otros. Había periodistas venezolanos famosos, como la Pacheco, por ejemplo. Ahí aproveché para meter la cuña en favor del “descongelamiento” del Capítulo III de la Ley Helms Burton. Después de mí, nadie mencionó el tema.
“La Enmienda Alonso”
Ahora comenzamos una campaña para que Trump promueva una enmienda a esa ley y le hemos pedido a los venezolanos que nos apoyen en esa labor.
Ahora solo queda que el Capíitulo III sea aplicado total y correctamente y no se convierta, simplemente, en un saludo – temporal – a la bandera.
Miami 17 de abril de 2019
Robert Alonso