La pandemia de gripe de 1918, también conocida, erradamente, como la Gripe Española, fue una pandemia de gravedad, causada por un brote del virus Influenza A del subtipo H1N1. A diferencia de otras epidemias de gripe que afectan principalmente a niños y ancianos, sus víctimas fueron también jóvenes y adultos saludables y animales, entre ellos: perros y gatos. Fue, en su momento, considerada la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, ya que en sólo un año mató entre 20 y 40 millones de personas.
Otro foco de la enfermedad fue localizada en Asia central, en el que era parte del extenso imperio ruso, la cual asolada por una epidemia de gripe desconocida ocurrida entre 1889 y 1890, llegando a puertos orientales de Rusia en ese año y de allí exportada por navíos militares a América, globalizándose en el mundo.
La enfermedad fue reportada por primera vez el 4 de marzo de 1918, en Fort Riley (Kansas, Estados Unidos) aunque ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada en al menos catorce campamentos militares. Se habían ya localizado pacientes en Estados Unidos, concretamente en el Condado de Haskell, en abril de 1918. En algún momento del verano de aquel mismo año, este virus sufrió una mutación o grupo de mutaciones, que lo transformó en un agente infeccioso letal. El primer caso confirmado de la mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de las tropas estadounidenses aliadas en la Primera Guerra Mundial.
Recibió el nombre de Gripe Española, porque la pandemia ocupó mayor atención de la prensa en España, que en el resto de Europa, ya que España no estaba involucrada en la guerra y por tanto no se censuró la información sobre la enfermedad. Aunque el origen del virus se acepta que fue Estados Unidos — fue el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial donde se registró el primer caso—, un estudio de 2014 planteó la hipótesis que el origen de una de las cepas letales del virus pudo estar en Madrid, aunque sin pruebas científicas en cuanto a que esto fuera así.
Con el fin de estudiar la pandemia de gripe, los científicos emplearon muestras de tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus. Dada la extrema virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental (o liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de estas investigaciones. Una de las conclusiones de la investigación fue que el virus mataba a causa de una tormenta de citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave y el perfil poco común de edad de las víctimas.
Ciudad de Kelowna, BC – Canadá
AVISO PÚBLICO
Por medio de la presente se anuncia que para evitar la propagación de la Influenza Española
todos los colegios (públicos o privados), iglesias, teatros, cines, piscinas y otros lugares de entretenimiento
serán cerrados hasta nuevo aviso. Se prohíbe la reunión de más de 10 personas en un mismo sitio.
Alcalde D.W. Sutherland, Kalowna – BC (Canadá) 19 de octubre de 1918
Tradicionalmente se consideró al “enfermo cero“, al cocinero Gilbert Michell de Fort Riley en Kansas, ingresado el 4 de marzo de 1918. Horas después ya se contabilizaban decenas de casos, hasta el punto de tener que habilitar un hangar para los enfermos, pues el hospital no tenía capacidad suficiente. Sin embargo, investigadores como Santiago Mata (2017), recogieron informes y publicaciones donde se afirma que ya se habían detectado brotes muy virulentos de la gripe, meses antes y no en Kansas, sino en casi todos, por no decir todos, los campamentos militares estadounidenses habilitados para el envío de soldados a Europa.
El letrero dice: “Usa máscara o ve a la cárcel”
La gripe llevaba tiempo incrementando – sustancialmente – su tasa de mortalidad. Así, Mata (2017) recogió el dato de 18 886 muertos por gripe en 1916, un 2,6 % de mortalidad, cuando una gripe estacional arrojaba en Estados Unidos una mortalidad media de un 0,056 %. Esta tasa de mortalidad en 1916 suponía ya un incremento del 65 % respecto a 1915 y a su vez la mortalidad de ese año fue un 75 % más que la de 1914. Sin embargo, estas cifras se obtuvieron de la población en general, cuando la gripe afectaba mucho más a niños y sobre todo a persona mayores, hasta un 95 % de los muertos estacionales pertenecen a este colectivo. Pero en diciembre de 1917 surgió un dato sorprendente en Camp Greene, cerca de Charlotte (Carolina del Norte), donde se constataron 20 muertos de un total de 565 enfermos de gripe: ¡todos ellos hombres jóvenes! Esta cantidad supuso un incremento entre 100 y 200 veces la tasa de mortalidad habitual para población juvenil. Por esta razón se considera que fue en Camp Greene donde apareció el primer paciente 0 infectado por el H1N1. Además los síntomas descritos se diferenciban de los de una gripe estacionaria para ir pareciéndose a los de la gripe pandémica.
¿ Se podría repetir hoy ?
Si en el siglo XXI se produjo una zoonosis causante de un virus muy virulento y del que la especie humana no había tenido contacto alguno, no se ha considerado posible detenerlo con los medios actuales, al menos la primera oleada. Ciertamente la humanidad cuenta con varias ventajas respecto a la situación científica y técnica de 1918. La respuesta, para los creyentes, solo la sabe Dios.
Miami 14 de abril de 2020