Autocrítica Comunista

Autocrítica era el reconocimiento público de los propios errores al que estaban obligados los miembros de los partidos comunistas ante las autoridades del partido y en su caso de los regímenes comunistas, iniciado durante el leninismo, pero que tiene su origen en la propia dialéctica marxista (método para resolver las contradicciones entendidas como la fuerza dinámica que conduce a la transformación de la realidad, de origen hegeliano, expresado en la tríada tesis-antítesis-síntesis) y en tradiciones marxistas posteriores, como el revisionismo de Eduard Bernstein.​

El término se aplica de forma general a otros contextos, con o sin referencia explícita al de la autocrítica marxista.

Estalinismo

Llevado al extremo en la época del estalinismo, y conjugado con la política de purgas, obligaba incluso al reconocimiento de la propia traición y delitos gravísimos de los que se autoinculpaban los sometidos a algunos procesos. Ese es el tema de la película La confesión (1970, de Jorge Semprún y Costa Gavras), ambientada en Checoslovaquia en 1951, en la que el personaje representado por Yves Montand se enfrenta a la necesidad, planteada en términos de una lógica falaz (similar a las pruebas diabólicas de la Inquisición), de reconocer crímenes que no ha cometido, lo que le llevará a la condena, precisamente para beneficiar la causa del socialismo en la que sinceramente cree.

Maoísmo

En el maoísmo, se aplicaba conjuntamente con la reeducación por el trabajo (laogai o laojiaoVéase también reeducación), y fue extensivamente utilizada durante la Revolución cultural. En la película El último emperador, de Bernardo Bertolucci, aparece el tema en varias escenas, que muestran los interrogatorios y técnicas mediante las que se termina consiguiendo que Pu Yi reniegue de su pasado y se convierta por su propia voluntad en un hombre nuevo socialista, pasando de emperador a jardinero.

Autocrítica y penitencia católica

No conviene confundirlas, aunque muy habitualmente se señalan los innegables puntos en común entre la autocrítica marxista y el sacramento católico de la penitencia,​ así como con cada una de sus partes (examen de concienciadolor de corazón -acto de contrición o en su caso de atrición-, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor -la confesión oral propiamente dicha-, y cumplir la penitencia -que suele incluir rezo de oraciones o prácticas piadosas, como pena a añadir a la reparación de la ofensa cometida-).

Más similitudes hay incluso con la práctica, común entre varias órdenes religiosas, de hacer penitencia pública ante toda la comunidad, durante la cual el penitente debe humillarse incluso físicamente.

Miami 13 de febrero de 2021

Robert Alonso

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